Como una flor que amanece
¿ En que residen las claves de las determinaciones
hoy que todo se decide al calor de las conveniencias-
que funde esperanzas y descreimiento-, como una
caldera siniestra que todo lo acrisola?
¿ Es que todo altruismo no es sino el propio consuelo
de la autocomplacencia ?
Hecha está la historia y,- llena de- vencidos y dominadores-
desde sus inicios hasta este hoy; -véase pues-, en que plano
ambos bandos y la gama de intermedios se siente entreverada :
terrorismo es hoy la telaraña del espanto, ese que fundó
la explosión de Hiroshima y Nagasaki, para acabar con
las cámaras de gases y las soluciones finales y mostrarles de
paso a los bolches que a la vuelta de la esquina los esperaba
su perestroika y sus caídos muros de Berlín.
Y es que Caín se ha vuelto un omniestado, una ideología, una
hegemonía, una sociedad anónima de transnacionales, un
cartel financiero global, un mercado planetario, en fin todo un
conjunto de recursos para alcanzar la conquista del paraíso
con una suerte de resentimiento calvinista, vengativo de
luteranos y apostólicos romanos, y burlón de mezquitas,
sinagogas y budas panzones.
Allí donde la conquista del nuevo mundo parecía ser una épica
romántica del renacentismo desbaratado del occidente clásico
fue germinando la semilla apesadumbrada de los que
abandonaron el terruño, disfrazando su impotencia de no poder
ser el poder, bajo la máscara del espíritu libertario y liberador
que se ofrendaba a la tierra prometida, tan bravía como
codiciada.
Y entonces el terror fue primero una cruz, que asoló el sur –
nuestro sur – y luego un Winchester que incendió el norte-
nuestro norte -, y ambos maderos descansaron en un mismo
libro, para hacer sus cuentas de sangre y espíritu que segaron
sin cuartel para cerrar sus negocios.
Fue pues,-el oro por el oro,todo el sentido que se dió a si misma
la gesta fallida de reyes y papas, colonos y piratas, ladrones y
asesinos, que demarcaron horizontes conforme a sus botines.
Sajones y latinos , norte y sur, fueron los rostros de los prime-
ros dueños de una América que pertenecía a todos desde el
fondo de sus aguas hasta fondo de sus cielos, desde antes de
ellos – algo que todavía no puede entender el hombre- blanco
de piel y negro de alma,- pero de sangre roja, tan igual a la de
millones que murieron expoliados en aras de la buena nueva
de la libertad, la salvación y la vida eterna.
Y les fue relativamente fácil lograr imponer sus iconos y dog-
mas,- Asia y África- ya les habían dado la experiencia de la
usurpación. Del mismo modo, unos, mas astutos que otros,
supieron como abarcar, endeudar y condicionar a los menos
aptos en estas lides del dominar; y fue el capital europeo
primero y su descendiente norteamericano después quién
se supo apoderar del conjunto de estas nuevas indias; y con la
perspicacia de quien no pone todos los huevos en la misma
canasta, hoy en día los tataranietos de esos burladores han
puesto sus intereses alrededor de todo, como una metástasis
imposible de controlar.
De polo a polo y de este a oeste, como una atmósfera artificial
este pretendido paradigma se extendió y se impone a cualquier
costo, a pesar de las calamidades que invoca y de las cuales se
retroalimenta; se aíslan países, se solventan tiranías, se
subastan políticos, se bombardean territorios, se corrompen
jueces, se experimenta con la muerte, se manipulan organizacio-
nes, se licitan guerras, se administra el hambre, se distribuye la
ignorancia, se trafica el poder y todo esta bien si a pesar de ello
todavía una luz de neón deslumbra con su aviso de sueño ameri-
cano que puedes comprar, porque es tu libertad.
Entonces cuando los paliativos no aplacan los yugos, cuando
la salvación no alcanza, cuando el azar esquiva, cuando lo posi-
ble tiene otros dueños, cuando la depredación es insolente,
cuando la magia te cobra, cuando los alicientes te devuelven a
cero; he pues aquí que como un humus social, ha comenzado a
ascender el vaho del retorcido sinsentido que derriba torres y
seguridades, que expande la muerte y el pánico, y que oculta su
mano tal vez si entrelazada con aquella que la cercena y sus-
tenta a la vez, porque en su nombre se reactivan las fabricas
de armamentos y las falacias preventivas.
Ahora que todo se tamiza por la fiscalización digital, donde tus
pasos se registran en algún archivo, y tus calles y ciudades son
barridas meticulosamente por algún tipo de sónar, ahora que tal
vez al leer esto, estés siendo imperceptiblemente reportado a
algún informe; en medio de todo y de todos, ahora nos queda la
palabra, el verbo, la expresión, ese rostro del alma-extremidad
de nuestro cuerpo-que mas poderoso que todos los armamentos
puede expandir su voz, como susurro o como canto, eco, llama-
do, epifanía de lo esencial, como sentimiento o reflexión, por y
para sumarnos en el coro de lo humano, en el discurso de lo
global, en el hacer de lo cotidiano,por sobreabundancia de tras-
cendencia, en fin, por amor.
Quizás en este desinterés hallemos el motor que conmueva las
determinaciones de lo impersonal que resulta ser la indiferen-
cia y el sinsentido del acontecer de nuestra época, donde la
lógica es un títere al servicio de quien la esgrime y no una co-
mún herramienta para la coexistencia. Porque estamos al debe
con nuestra humanidad y nuestro planeta, para que no sea ya
tarde y ni siquiera la mutación nos haga perdurar, para que
quepamos todos sin exclusiones, sin ventajas, con todos los de-
rechos y anhelos, donde no se llore por el irnos unos tras otros
de esta vida, sino por el vernos cada día saludar al rocío como
una flor que amanece.
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